miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mas claro no puede decirse....

Honduras Re-visitada, Por Robert White, Embajador Retirado de los EEUU. Es posible ahora tratar de reconstruir con un justo grado de exactitud como la Administración Obama transformó un inminente triunfo diplomático en una derrota negociada.

El 20 de Octubre, el Senador Jim DeMint declaró que se había reunido con el Secretario de Estado Adjunto Thomas Shannon y que le agradó que el Departamento de Estado finalmente había entendido "que es esencial que estas elecciones [en Honduras] fueran hacia adelante y sean reconocidas." Como un resultado, De Mint dijo que estaba "ansioso" de liberar la suspensión que había colocado a las nominaciones de Arturo Valenzuela para ser Secretario de Estado Adjunto de los asuntos Hemisferio Occidental y a Thomas Shannon, el presente Secretario Adjunto, para ser Embajador en Brasil.

Como Shannon sabe bien, el inminente cambio de política daría la principal medida de presión que los E.E.U.U. podía traer para persuadir al gobierno de facto para permitir el pronto retorno del Presidente Zelaya.

El 28 de octubre, una delegación encabezada por Thomas Shannon arribo en Tegucigalpa para dar un impulso reiniciar las negociaciones entre el régimen de facto y el Presidente Mel Zelaya. En una conferencia de prensa, Shannon declaró que el regreso de Zelaya es "central" para las preocupaciones de los Estados Unidos y la comunidad internacional. Sin embargo, el ha rechazado decir que su retorno era un componente esencial de cualquier trato.

Es legítimo inferir que a este punto el régimen del presidente de facto Roberto Micheletti sabía que el Departamento de Estado había realizado un compromiso con el Senador De Mint que los Estados Unidos reconocería las elecciones de noviembre 29 como validas independientemente si Zelaya hubiera regresado a su cargo.

Bajo estas circunstancias cualquier diplomático viajado habría de inmediato reconocido que la única oportunidad de lograr un acuerdo duradero habría sido de informar al Presidente Zelaya de los cambios de la política EEUU. Armado con esta información, Zelaya podría haber insistido en una fecha cierta de su retorno. Con el respaldo de la delegación de los Estados Unidos, podría haber existido una oportunidad de luchar porque Micheletti pudiera acceder ya que el tiempo se terminaba.

Era, claro, posible, aun probable que las negociaciones fallaran, pero esto hubiera sido infinitamente preferible a la charada en la cual Zelaya firmó un acuerdo bajo la ilusión de que los Estados Unidos habría asegurado su pronto restablecimiento al poder.

El resultado de esta cínica y amateur diplomacia no podría ser peor.

La secretaria de estado anunció triunfante que se había avanzado en Honduras. Micheletti respondió de que nos se había acordado todavía la restitución del presidente electo, y un decepcionado Zelaya declaró que el Acuerdo está muerto. El fiasco diplomático es completo.

Todavía hay espacio para maniobra diplomática. Por ejemplo, en la OEA, los Estados Unidos podría expresar que aunque pudiera reconocer el resultado de las elecciones, apoyará la decisión de la OEA de no mandar observadores hemisféricos para certificar las elecciones. Esto pudiera resultar casi seguramente con el retorno inmediato de Zelaya, para los EEUU habría restablecido su resolución de no estar separado de sus socios hemisféricos.

A menos que la administración Obama actué rápidamente para rescatar este fallido resultado, Zelaya tomará el único camino abierto para el y llamar a sus seguidores a boicotear las elecciones.

La mayoría de naciones del hemisferio le apoyaran rechazando el reconocimiento de las elecciones y la crisis se profundizará.

Es triste contemplar como la administración Obama ha arruinado un reto en el que tenía el apoyo del entero hemisferio. No sorprende entonces que el Presidente Lula de Brasil acuse al Presidente Obama de retroceder en su promesa de una nueva relación con América Latina.


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