lunes, 9 de noviembre de 2009

El Mensaje del golpe de Estado en Honduras es que se acabó la Carta Democrática de la OEA y el respeto a la autoridad civi

John Saxe-Fernández

Y pronto se le vio la costura, porque en pocas semanas ya se habían desarrollado dos indicios importantes. El primero era darle largas al golpe.
Recuerdo que Manuel Zelaya dijo que sin el apoyo de EE.UU. este golpe no duraba ni 48 horas. Ya habían pasado una o dos semanas, cuando Álvaro Montero Mejía hizo una reflexión valiosa, cuando dijo que trasladar esta discusión de un foro multilateral como la OEA o las Naciones Unidas a la sala de espera de la casa de Óscar Arias era hacerle el juego a Washington. Y más aún, era darle tiempo para que se fuera consolidando el golpe, y Zelaya no debía caer en esa trampa.

El segundo indicador fue cuando el vocero del Departamento de Estado P.J. Crowley dijo que si este golpe de Estado representara una lección para Zelaya, de que no debe adoptar relaciones y modelos como el venezolano, bienvenida la lección. Posteriormente, hace unos días, la periodista chilena Frida Modak hizo un análisis en el que cita a Micheletti (presidente de facto) diciendo que los golpistas están recibiendo gran apoyo de EE.UU.

Consecuentemente, se me hacía muy difícil la hipótesis de que hubiera una especie de acción autónoma del Pentágono, y sobre todo del Comando Sur y de las instrucciones del comandante en jefe del Pentágono que es Barack Obama. En mi opinión, ni John Dimitri Negroponte, exembajador de EE.UU. quien fuera un propiciador de los escuadrones de fusilamiento rural y urbano en Honduras con miles de bajas civiles, ni Otto Reich o cualquier otro agente de la derecha, hace una operación de éstas sin el visto bueno del Consejo de Seguridad de Obama. Esto que lo tengamos claro.

Lo que pasa es que no contaban con que hubiera una resistencia de la magnitud que ha habido en Honduras y se les está formando un atolladero interno y al mismo Obama.

En América Latina hay un proceso importante de construcción social alternativa. Estamos en un punto en que ya empiezan a surgir respuestas populares como la que estamos viviendo en estos países. Esto ocurre incluso en países como Brasil con el triunfo de Lula, que está haciendo una diplomacia interesante, con todas las críticas que uno le pueda hacer.

¿Usted afirma que el golpe en Honduras es una señal del Pentágono, y no
una ocurrencia de los golpistas?

Este golpe parte de todo un esquema de aumento de la proyección de poder de los EE.UU. hacia la región, que no es "patio trasero", noción que no ayuda a entender las cosas. No. Es una reserva estratégica. Es una región donde hay una enorme cantidad de recursos naturales, que son fundamentales en el proceso de recomposición hegemónica de EE.UU., empantanado militarmente en Irak, y que tampoco le va bien en la guerra en Afganistán y Pakistán.

En la carta que el general Stanley McChrystal (jefe militar en Afganistán) le envió al secretario de Defensa, Robert Gates, le decía que la cosa no estaba funcionando, y en las partes clasificadas que publicaron periodistas estadounidenses, lo que indicaban era que se necesitaba medio millón de tropas adicionales (sumadas a las 169.000 que había).

EE.UU. siempre que tiene estos descalabros militares en Asia dirige su atención hacia América Latina. Por dos razones fundamentales. Una es la que mencioné, la recomposición hegemónica. Otra es un pensamiento que enarboló Kissinger en los albores del proceso que culminó con el derrocamiento del presidente constitucional de Chile Salvador Allende, el 11 de setiembre de 1973. Lo recordó Noam Chomsky (pensador estadounidense) cuando estuvo en México. Kissinger decía: "Si no podemos controlar a América Latina, no se nos puede pedir que controlemos el resto del mundo". Esa misma línea de razonamiento está vigente, junto con otros mensajes de los que se necesita tener una mente militar para hacer la traducción.

¿En el caso de Honduras cuál sería?

El golpe de Estado viene con su propio mensaje. Viene diciéndole al inconsciente colectivo latinoamericano: "Señores, aquello de la Carta Democrática y de las relaciones cívico militares donde había respeto a la autoridad civil, se acabó".

Hay otro mensaje que viene con la reactivación de la IV Flota en el continente, y es: -"Ustedes son grandes exportadoras de materias primas e importadores de cosas fabricadas afuera. Pues yo les controlo las líneas de comunicaciones, señores latinoamericanos".

Pero además, luego de la reactivación de la IV Flota por el gobierno de George Bush viene un aumento del presupuesto militar. El gobierno de Obama se pide una eliminación de las erogaciones en cierto tipo de tecnología de guerra, pero a la vez solicita mayores fondos para entrenamiento de fuerzas especiales. Y recordemos que fueron fuerzas especiales del ejército de Honduras, adiestradas por EE.UU., las que
asaltaron la casa de Zelaya y lo sacaron en piyamas. Los militares de EE.UU. tienen una base en Palmerola, donde estaban perfectamente enterados, igual que la diplomacia estadounidense, que venía un golpe de Estado.

Obama también aumenta el presupuesto para la marina de litorales, es decir, de aguas no profundas. En las páginas del Pentágono uno ve que están contratando una cantidad de equipo militar que son barcos para litorales, para meterse al Orinoco, al Amazonas, o sea, a los ríos navegables de América Latina. De manera que no es chiste lo de la IV Flota.

Luego está el mantenimiento del proyecto de la llamada Flota Azul, de aguas profundas, para el 2050, porque EE.UU. parte de su proyección de poder en el control de las líneas marítimas de comunicación.

No hay que olvidar que la gran mayoría de los recursos minerales que consume EE.UU. son importados. Anualmente ese país debe importar 4.000 millones de toneladas métricas de minerales frescos, sin incluir los que se reciclan. Por eso, el control de las líneas marítimas resulta crucial.

Entonces, una cosa es la imagen de un afroamericano que llega a la Presidencia de EE.UU. y el carisma que tenga, y otra cosa es la sustancia. Y la sustancia la vamos a ver en las decisiones de presupuesto. Estas decisiones son totalmente congruentes con la proyección de fuerzas militares en América Latina por medio de todos estos instrumentos, que incluyen el adiestramiento militar de una cantidad cada vez mayor de militares latinoamericanos. Se han adiestrado más militares en los últimos ocho años, desde que llegó Bush a la fecha, que lo que se habían capacitado desde los años 70. Eso da una idea de las intenciones de EE.UU.

En ese contexto viene lo de las bases en Colombia y Panamá (donde el
presidente Ricardo Martinelli acaba de autorizar tres), y en ese contexto hay
que colocar el golpe en Honduras.

Álvaro Uribe dice que las bases son para combatir el narcotráfico y no representan amenaza para otros países...

No he tenido acceso a los instrumentos confidenciales que firmó con EE.UU. este cipayo Uribe, pero ellos dijeron que esas bases navales y de fuerza aérea, son para las operaciones contra el narcotráfico. Falso, porque el Plan Colombia no ha servido para controlar el narcotráfico, el cual más bien ha aumentado brutalmente, sino que ha sido fundamentalmente contraguerrillero.

Hay otros elementos como que el Estado colombiano renuncia a su derecho de llevar ante la Corte Penal Internacional a aquellos militares estadounidenses que violen los derechos humanos de la población colombiana. Lo que se gesta entonces es una apoplejía de la constitución de dicho país.

Y ya tenemos los datos de capacidades operativas que les dan las bases y que trascienden en mucho el territorio colombiano. Desde allí cubren prácticamente todo el continente. La base de Palanqueros, por ejemplo, tiene una pista de aterrizaje de 3.000 metros, hangares para 240 aviones, cuenta con supermercados, casinos donde se lava dinero, gimnasios, tiendas, es toda una ciudad. Allí operarían los aviones C-17, que son manejados por el comando aéreo de desplazamiento rápido del Comando
Sur.

En su momento, el Comando Sur dio información de que los C-17 podrían operar en cualquier lugar de Suramérica sin necesidad de reabastecimiento de combustible. Bueno, Uribe ahora les abre el camino para que tengan siete bases en Colombia. Obviamente esta es una región cercana a Venezuela, donde según nos acaba de informar Petróleos de Venezuela, a la reserva de petróleo en el Orinoco se agrega una reserva de petróleos pesados estimada en 324.000 millones de barriles, que es mayor que la de
Arabia Saudita (260.000 millones).

¿Y cuál es entonces el problema?

- Que sobre ese petróleo está un presidente constitucional (Hugo Chávez), con apoyo popular, que está diciendo: "Este petróleo es venezolano y lo vamos a usar en función del interés público". Claro que para una elite como la estadounidense eso es mal visto, y entonces empieza la campaña de satanización y de vilipendio contra Chávez.

Otro elemento es que Colombia tiene balcón hacia la Amazonia, la masa de agua dulce de mayor dimensión y una de las mayores áreas de foresta del planeta, si no la mayor.

Por el otro lado está Bolivia, que tiene los yacimientos más grandes del planeta en litio, entre 5 millones y 9 millones de toneladas. No hay que olvidar que el litio pasó de $320 la tonelada a más de $3.000 en el 2008 y ya va casi por $4.000. Esto por cuanto es el ingrediente fundamental para las nuevas baterías de litio, que tienen suficiente densidad de acumulación energética y son necesarias para movilizar las flotas de automóviles, en un momento en que ya entramos en un decaimiento de las reservas mundiales de petróleo.

¿El Plan Colombia es entonces una fachada de ocupación militar?

Es un esquema militar y paramilitar de invasión y ocupación de grandes espacios territoriales donde hay recursos, y al mismo tiempo es un instrumento contraguerrillero. Y un émulo del Plan es la Iniciativa Mérida (IM), con la que están muy contentos tanto Felipe Calderón, presidente de México, como el señor Óscar Arias.

Arias llegó a decir algo sorprendente para un Premio Nobel de la Paz, que debían meterle más fondos a la Iniciativa. Él sabe mejor que nadie que ésta es un esquema brutal de paramilitarización, donde hay enormes violaciones de los derechos humanos. Lo único que tiene que hacer Arias es ir a fijarse en la literatura y en los datos sobre las atrocidades que se han cometido sistemáticamente en Colombia desde 1998, cuando se puso en operación el Plan Colombia.

La de Mérida es el mismo esquema de invasión y ocupación militar. Este esquema llevó a principios de año de visita a México al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de EE.UU., el almirante Mike Mullen, quien hizo declaraciones ominosas. Dijo: "Nosotros vamos a transferir al gobierno mexicano capacidades de contrainsurgencia para combatir el narcotráfico".

Luego varios documentos del comando de fuerzas especiales del Pentágono salieron en el periódico El Universal de México, donde se dice que el Pentágono proyectó que México como Estado puede fallar. Consecuentemente, es un problema de seguridad para EE.UU., por lo que este país debe preparar acciones que correspondan. Es decir, están
preparándose para una invasión.

Lo que usted está diciendo es que todo esto son preparativos de guerra...

Sí, con todos esos elementos. Y es una guerra de clases, además.

Dentro de los objetivos está el control de las fuerzas populares que están respondiendo en América Latina a treinta y tantos años de una sistemática guerra de clases, con los programas de ajuste estructural, las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de continua agresión al aparato productivo nacional, al empleo, los salarios, los sindicatos, con las privatizaciones. Tal y como lo que se está viviendo aquí con la minera y el ICE (Instituto Costarricense de Electricidad), que es la empresa de mayor
facturación del país, y entonces se lanzan sobre eso; los proyectos de privatización de puertos, de infraestructura, prácticamente todo, como sucede también en México.

Ante ese tipo de política económica, las fuerzas sociales afectadas están reaccionando y tenemos respuestas populares en Venezuela, Bolivia, Ecuador y otras naciones, donde la izquierda ha ganado las elecciones. En México dos veces ha ganado la izquierda y dos veces las usurparon.

EE.UU. lo que necesitan son gobiernos peleles que se dobleguen, como el de Óscar Arias en relación con la minería, la electricidad, los puertos; como el de Felipe Calderón, el de Álvaro Uribe, el de Martinelli en Panamá, que recientemente autorizó tres bases militares.

¿Ante este panorama que usted expone es que están reaccionando países como Brasil y Venezuela, entre otros, que están aumentando su equipamiento militar, y los acusan de atizar una carrera armamentista?

Bueno, la señora Hillary Clinton, secretaria de Estado, mostró preocupación porque Venezuela está comprando armamento a Rusia. Pero es muy mañosa la señora, porque lo que no dice es que Chávez tiene una cantidad de equipo estadounidense, por ejemplo, aviones F-16. Él le pide a EE.UU. que le venda refacciones y no se las venden. Va entonces a Brasil y le dice a Embraer que le quiere comprar aviones para transporte y vigilancia del narcotráfico, y entonces EE.UU. le dice a Embraer: -"Ustedes no pueden venderle a Chávez, porque nosotros tenemos el control de las licencias sobre los motores de sus aviones". Chávez se va entonces a Francia, y quiere comprarle equipo, pero se repite la misma historia, EE.UU. tiene el control de las patentes y consecuentemente no autoriza la venta. Entonces Chávez va a Rusia y se los venden.

Ahora, si uno va a los datos del Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz (SIPRI en inglés), donde está la descripción más objetiva posible de las fuerzas militares de los países, observa que Colombia tiene medio millón de soldados, lo que es 7 o 9 veces más que lo que tiene Venezuela. El gasto militar de Colombia es también muchas veces mayor que el de Venezuela. Incluso es casi como el de Brasil, con la diferencia de que Brasil tiene ocho millones de km2 y 160 millones de habitantes, y Colombia tiene 40 millones.

Eso significa que ya hay una guerra en marcha...

Efectivamente. Si uno se fija en el reporte anual de la Agencia Internacional de Energía (World Energy Outlook), ahí dicen que hicieron una evaluación de los 800 pozos petroleros de mayores dimensiones del planeta y que ya llegaron al pico de producción. La tasa de disminución que se publicó en el 2007 fue de 4.3%, pero lo que observamos es que en el 2008-2009 la tasade disminución es de 9%.

Consecuentemente, el petróleo se está acabando en el planeta, y cuando se acabe, solo habrá cinco naciones que todavía lo conservarán: Arabia Saudita, Irak, Irán, Venezuela y Rusia. Y no es casual que con todas ellas, salvo Arabia Saudita donde la conflictividad es menor, EE.UU. está prácticamente en estado de agresión bélica.

En Irak ocurre una hecatombe humana, con más de 1.3OO.000 víctimas civiles, sin mencionar las atrocidades cometidas contra el cuerpo médico, los académicos, niños, mujeres, los huérfanos y desplazados. Todo por la ocupación militar de una de las tres principales reservas de petróleo del mundo. En relación con Rusia e Irán es un acoso estratégico, y ahora se está generando el consenso para atacar a Irán.

En nuestra América es un cerco que EE.UU. realiza con la IV Flota, el Plan Colombia, la Iniciativa Mérida, con el establecimiento de bases militares en Colombia y Panamá, en torno a vastos recursos, petróleo, gas, minerales, agua, biodiversidad de Venezuela -donde está la principal reserva de petróleo convencional y petróleo pesado- Brasil, Bolivia, México, Centroamérica, etc.

Y es que a medida que se van agotando las reservas petroleras se agudiza el conflicto.

El asunto central es que en medio de una crisis económica sin precedentes como la actual, con la crisis ambiental y una alimentaria que por momentos se intensifica y disminuye, los EE.UU. están tomando riesgos de guerra muy peligrosos.

Por eso decía que no podemos sacar el golpe de Estado en Honduras fuera de este contexto regional, sino hemisférico y global, de lo que está ocurriendo, porque entonces no sabemos dónde estamos parados.


John Saxe-Fernández es doctor en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Coordinador del programa "El Mundo en el Siglo XXI" del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM. Autor de diversos libros y artículos publicados en América Latina, Canadá, Estados Unidos y Europa. Entre sus más recientes libros están:
"Terror e Imperio" (Arena, México, 2006) y "Energía en México, situaciones y alternativas" (UNAM, 2009).

y alternativas" (UNAM, 2009).



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