viernes, 6 de noviembre de 2009

Micheletti destituye a sus ministros pero sigue aferrado al poder

El presidente golpista de Honduras maniobra para evitar que Zelaya dirija el Gobierno de unidad nacional

PABLO ORDAZ | Tegucigalpa 06/11/2009

Golpe tras golpe, el golpista sigue ganando. El golpe a la razón que Roberto Micheletti propinó anoche (madrugada del viernes en España) fue anunciar que sus ministros habían dimitido en pleno para dar paso a un Gobierno de unidad nacional... presidido por él mismo. A efectos prácticos, esto quiere decir que el presidente legítimo, Manuel Zelaya, seguirá encerrado y desesperado en la Embajada de Brasil y que Micheletti, que llegó al poder el pasado 28 de junio gracias al golpe militar, seguirá manejando los hilos de este culebrón surrealista.

La historia es como sigue. Según uno de los puntos del acuerdo alcanzado la pasada semana por los negociadores de Zelaya y Micheletti, el jueves día 5 tendría que estar conformado un Gobierno de unidad y reconciliación. El acuerdo, que todo el mundo celebró como el fin de la crisis pero que encerraba innumerables lagunas, no decía quién tenía que presidir ese Gobierno de unidad. Los partidarios del presidente depuesto, que saben con quién se la están jugando, se apresuraron a advertir: "No participaremos en un Gobierno de unidad que no sea presidido por Zelaya". Así que Micheletti se frotó las manos.

El miércoles recibió en la Casa Presidencial a los dos altos dignatarios internacionales cuya misión era verificar el cumplimiento del acuerdo, el ex presidente chileno Ricardo Lagos y la secretaria de Trabajo del gobierno de Obama, Hilda Solís. Les garantizó que estaba dispuesto a renunciar a su cargo si con ello facilitaba el camino hacia la paz. Lo lleva diciendo desde hace meses, pero Lagos se lo quiso creer, ofreció una rueda de prensa en la que halagó la actitud "del señor Micheletti" y se marchó de Honduras a toda prisa, apenas 24 horas después de haber llegado. Con el campo libre, Micheletti volvió a hacer de las suyas.

Según él mismo contó la noche del jueves en un comunicado, a principios de semana había solicitado "a los principales partidos políticos y a sus candidatos a la presidencia, además de al señor Manuel Zelaya, una lista de diez personas que podrían integrar el nuevo Gobierno de unidad y reconciliación". La nota dice que recibió una lista de nombres y que los partidos dejaron a su libre albedrío la confección del nuevo Gobierno, pero no dice que Zelaya -al que jamás llama presidente- no se prestó a la farsa. Pero Micheletti siguió con ella. Tal como admite en su comunicado, el jueves por la tarde llamó a sus ministros a la Casa Presidencia y les pidió que dimitieran.

Lo mejor es el último párrafo: "En la reunión del Consejo de Ministros, todos depusieron sus cargos, a fin de apoyar el cumplimiento del acuerdo Tegucigalpa-San José, que según su cronología este día [jueves 5 de noviembre] debe conformarse un nuevo gobierno a la cabeza del presidente Micheletti". A tenor de la sintaxis, queda claro que los golpistas tampoco tienen quién les escriba, pero lo curioso no es eso. Sino que unos minutos después de que los funcionarios de la Casa Presidencial distribuyeran el comunicado entre los periodistas, llegó otro, igualito, salvo en la última línea, que ya no hablaba ni de cabezas ni de Micheletti. ¿Se habría arrepentido? Nada que ver. Unos minutos después, su ministro de la Presidencia, Rafael Pineda Ponce, inició su etapa de "ex ministro" haciendo las siguientes declaraciones: "Siendo Micheletti el presidente constitucional de la República, le corresponde liderar el nuevo Gabinete".

Al tiempo que esto sucedía, dos lujosos vehículos todoterreno salieron de la Casa Presidencial y se dirigieron a toda prisa hasta el vecino hotel Intercontinental, cuyo aparcamiento había sido tomado por numerosos soldados con sus fusiles en bandolera. Se trataba de la escolta de la esposa de Micheletti, que llegaba tarde a un desfile de moda.




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