jueves, 1 de octubre de 2009

Perfil Psiquiatrico de Roberto Michelletti

Perfil Psiquiatrico de Roberto Michelletti
Por: Unidad de Inteligencia Política. Sandra Sánchez

El presente análisis tiene el objetivo de proveer los insumos necesarios para analizar las distintas alternativas políticas que se presentan en el marco de la negociación del régimen golpista tomando como punto de partida los trabajo de la psicología política y la psiquiatría criminal.

No pretende sustituir los estudios politológicos, sociológicos o los hechos por los especialistas en relaciones internacionales que están trabajando en la “Unidad de Inteligencia Política”. Su asimilación debe realizarse en un marco combinado de los otros estudios sin caer en el reduccionismo de una sola disciplina científica. Es decir, su comprensión debe realizarse conjuntamente con los otros trabajos que se están produciendo.

La elaboración del perfil señor Roberto Micheletti se realizó con un equipo multidisciplinario que realizó entrevistas y consultas a familiares, amigos y personas cercanas al gobernante de facto, análisis de sus comparecencias ante los medios de comunicación y estudios de sus acciones concretas a nivel político. Estos elementos permiten construir una idea bastante aproximada de su personalidad, aunque lo científicamente más preciso hubiese sido una entrevista clínica con él, algo impensable en las actuales circunstancias. Por lo tanto, siendo intelectualmente honestos, debemos advertir que presenta algunas limitaciones. Al igual que el análisis de la escena del crimen permite definir un perfil de un asesino serial, nuestro equipo hizo acopio de la información disponible para permitir elaborar un marco referencial de su comportamiento que permita orientar las acciones a futuro.

A continuación los resultados de la pesquisa:

Micheletti presenta una combinación peligrosa y rara de tres trastornos de personalidad simultáneamente: el sociopático, la personalidad limítrofe o “borderline” y el paranaoide. Estos son los que tienen peor pronóstico en las ciencias del comportamiento humano porque se encuentran en el grupo de los rasgos de personalidad que tienen difícil curación y el tratamiento generalmente es abandonado por estas personas. El pronóstico solamente para uno de estos trastornos de personalidad es de por sí reservado, pero cuando tiene los tres rasgos en conjunción el pronóstico es peor.

El tratamiento fracasa generalmente, aunque se acostumbra a recetar psicofármacos, no por que tengan un deterioro químico sino para controlar la impulsividad que lastimosamente está presente en los tres trastornos. Este señor no tiene un trastorno en específico, sino una particularidad mixta que es difícil de encontrar epidemiológicamente y, como expresamos, de difícil tratamiento. Estas personas no entienden de razones, actúan fuera de la ley y no aprenden de la experiencia. Pueden volver a repetir los actos sin tomar conciencia de lo que habían hecho.

La mayoría de los que tienen esta combinación nunca llegan a tratamiento a menos que sean enviados por jueces y por fiscales, sea porque están causando tanto daño o generan tanto problema social que los mandan a evaluar y ahí se les detecta. De manera voluntaria casi nunca llegan a tratamiento a menos que los obligue la autoridad.

En otras sociedades estos trastornos se detectan tempranamente para someterlos a un tratamiento precoz. En los lugares donde no se detectan los que lo padecen generalmente terminan muertos al entrar en conflictividad con terceros o porque se suicidan cuando su potencial limítrofe es alto. Los grupos de terapia en hospitales públicos comúnmente los rechazan porque son non gratos en las colectividades.

En nuestra sociedad, en la que predominan los análisis simplistas y poco científicos, no se consideran estas características como los de una persona enferma, sino que se racionalizan diciendo que “el señor es bien enojado”, “es de carácter”, “que se molesta fácil”, y algunos simplemente lo califican negativamente diciendo que “es un maleducado”.

En los recuentos realizados de sus actitudes violentas destacan la agresión verbal recurrente, e incluso física, contra su propio entorno de amigos, diputados y familiares. Existe un caso, que fue objeto de cobertura por parte de los medios de comunicación, en el que consta que agredió físicamente a una diputada mujer y de edad avanzada. Esto es porque en los rasgos sociopáticos y limítrofes se encuentra presente un comportamiento agresivo.

Las personas que padecen estos trastornos (sociopáticos, limítrofes y paranoicos) generalmente buscan relacionarse, emparejarse o asociarse con individuos que tienen los mismos rasgos. En el seguimiento conductual del grupo cercano a Micheletti pudimos identificar a tres individuos con características muy similares. Posiblemente existan más con estas características, pero debido a las dificultades de acceso únicamente se pudo ubicar a estas tres personas que comparten sus trastornos.

Las denuncias de violencia sexual, incluso contra miembros de su propio entorno familiar, entran en este cúmulo de acciones agresivas.

Es curioso que los grupos de reacción micheletistas eran los más aguerridos durante los comicios primarios y eligieran el lema “liberal de corazón”, el cual, independientemente de las consideraciones del marketing político, hacen referencia a una víscera que rompe el esquema cerebral de pensamiento, convirtiéndose esto no es en una elección romántica, sino primitiva. De alguna forman querían decir “No pensamos, somos liberales micheletistas”

Tal vez la pregunta que muchos se pueden hacer es ¿cómo llegó tan lejos políticamente? En una sociedad como la hondureña no es difícil que una persona con estos rasgos pueda escalar política y socialmente lo cual se explica por las siguientes razones: a) el desconocimiento de la población sobre los trastornos de personalidad hace que nunca se les llegue a identificar como personas mentalmente enfermas y así logran sobrevivir dentro de los grupos sociales, b) el temor que generan en su entorno les permite contar con una masa adicta que le ama y le tiene terror a la vez, y, finalmente, c) él está bien protegido por un sistema corrupto que sabe que manipular o manejar, en el cual se atreve a hacer lo que hace porque sabe que el sistema le responde.

Nos vamos a concentrar en explicar el segundo y el último argumento, ya que el primero es fácilmente comprensible.

En las entrevistas realizadas a su entorno íntimo siempre salió a relucir el aprecio que le tienen sus seguidores más cercanos, pero además el terror que les inspira sobre todo por su espíritu vengativo, que lo motiva a perseguir incluso a los familiares de sus enemigos. La reacción de muchos de sus funcionarios actuales a cierto tipo de peticiones se fundamente más al temor a defraudarlo, por las consecuencias terribles que podría tener, que por el compromiso de trabajo en algunos casos.

Su experiencia personal tras su arresto en la década de los ochentas por alterar irregularmente los precios del transporte público abona a este comportamiento ya que su inmunidad como diputado le permitió librarse de las consecuencias legales de su acción. El sistema corrupto le permite siempre salirse con la suya, sobre todo porque él entiende correctamente cómo opera el mismo.

De igual forma, cuando presentó una propuesta de reforma constitucional en 1985 para convocar a una asamblea constituyente logró evitar ir a la cárcel por traición a la patria ya que el sistema político le brindó protección y no se produjo una crisis terminal como la que se vive actualmente.

Sus acciones relacionadas con el 28 de junio y su supervivencia política a pesar de sus trastornos de personalidad son un reflejo de la corrupción del sistema: el congreso, el fiscal general, la corte suprema y los medios de comunicación saben que Micheletti miente, que la carta de renuncia era falsa, que el argumento del continuismo era falso, que la amenaza del chavismo había sido exagerada y aún así decidieron promocionarlo a él como presidente de facto. Él se da cuenta que puede sobrevivir en un sistema donde esas cosas son permitidas y toleradas. Y a eso está apostando actualmente.

Un elemento que potenció su anuencia a participar en el golpe de Estado es la cobertura mediática que recibió, particularmente de los medios como El Heraldo y La Prensa, que en distintos momentos (durante la crisis de los fiscales y la conformación de la nueva Corte Suprema) comenzaron a retratarlo como un verdadero héroe. Una cobertura mediática de este tipo tiene un impacto fuerte para una persona con rasgos sociopáticos, no tanto para una persona que únicamente es paranoide – que teme ser visto – o para un limítrofe que no puede manejar sus afectos con el resto de la gente. Para un sociópata egocéntrico y ególatra como Micheletti, con una representación mediática de él como un líder heroico que asume posturas salvadoras, lo que se logra es empoderarlo y hacerle creer que debe hacer ciertas cosas o que merece hacer ciertas cosas que son claramente trasgresiones a las normas establecidas.

Su paranoia resultó evidentes en las entrevistas que se realizaron al entorno: siempre imaginando conspiraciones y buscando enemigos, incluso dentro de las personas responsables de su seguridad. Los paranoicos consideran que los demás hacen cosas para ofenderlos y reclaman el derecho al respeto. Combaten al margen de la realidad.

Sabemos por las entrevistas que se realizó a su entorno que una de las tantas razones por las que decidieron no dar el golpe de Estado el día 25 de junio -, como estaba planeado originalmente-, es porque creían que el presidente Zelaya estaba protegido por tres anillos de seguridad de supuestas fuerzas especiales venezolanas, esto alimentado por versiones fantasiosas de algunos medios de comunicación y versiones provenientes de su propio círculo íntimo que hablaban de llegada de aviones venezolanos con tropas. Si estuvo más propenso a creer esta información falsa por sus rasgos paranoides o simplemente por falta de sentido común esto es algo que no pudimos comprobar de manera concluyente ya que no pudimos realizar ninguna entrevista clínica.

Un elemento que tampocó quedó claro en las investigaciones que se hicieron fue si el temor a Hugo Chávez es ideológico o producto de sus rasgos paranoicos. Habría que examinar psiquiátricamente a través de una entrevista clínica si se cree o no la supuesta “amenaza expansionistas chavista”, lo cual es imposible bajo las condiciones actuales como expresamos arriba.

Existen argumentos válidos que obligan a sopesar tanto uno como el otro argumento. Por un lado, ideológicamente siempre ha sido un anticomunista rabioso, una suerte de combatiente de la guerra fría que se refiere a los grupos de izquierda o algunos compañeros de cámara con el calificativo despectivo de “ñangara”. Como un extremista de derecha le cuesta diferenciar los distintos matices de la izquierda hondureña y los coloca a todos en el mismo costal. Defendiendo su postura de clase e ideológica un tipo como Chávez, amenazante e intimidante, le sirve bien como bandera de lucha.

Lo mismo sucede con las denuncias previas del mes de mayo de 2009 de que había en marcha un complot para asesinarlo que caen dentro de esta misma discusión.

Su uso de los medios de comunicación a través de la simbología refleja sus rasgos sociopáticos y límitrofes: los amuletos que exhibe y su recurrente referencia a Dios son características de personas con estos trastornos. El mesianismo religioso es una combinación peligrosa con individuos que poseen estas características, de los cuales la historia y la psicología política tiene documentados casos de personas que han llegado a movilizar grupos sociales con el propósito de eliminar comunidades completas bajo estos preceptos, así como provocar conflictos armados.

Su obsesión con los cambios de denominación de lugares como hizo al rebautizar la plaza “La Libertad” por “Plaza de la Democracia”, son un ejemplo de la utilización de una simbología política que incluso podría estar cimentada en la superstición.

Los ataques personales de Mel hacia el gobernante de facto le alimentan los núcleos paranoides y lo obligan a responder ofensivamente con sus núcleos sociopáticos. Una persona con estos rasgos de personalidad suelen ser altamente autorreferenciales, creen que la gente continuamente busca hacerles daño y los insultos no hacen más que alimentar esa certeza. Es difícil sugerir la mejor alternativa en este caso: no prestándoles atención, ya que Micheletti es el epicentro del conflicto. Insultarlo no ayuda a desequilibrarlo emocionalmente, sino que lo pone más agresivo. Por tanto se recomienda, conociendo lo difícil de que esta sugerencia pueda ser aceptada, no atacarlo directamente para no reforzarle sus núcleos sociopáticos.

En resumen, la mejor manera de desestabilizarlos es arrebatándoles todo y no prestarles atención. A un paranoico no se le puede poner atención, a un sociópata no se le pueden poner marcos por los cuales tienen que dirigirse y a un limítrofe no se le pueden dar muestras de afecto y de odio porque eso empeora su situación. La alternativa es dirigir los ataques contra el gobierno de facto sin insultos directos a su persona.

Su falta de realismo político al insistir en someter al país al aislamiento internacional es lo que más preocupa. En personas que padecen estos tres trastornos de personalidad existen momentos en que psiquiátricamente llegan a colindar con el delirio, dejando de ser trastornos de personalidad para convertirse en trastornos mentales. Socialmente está haciendo cosas descabelladas y delirantes. Está delirando con respecto a lo que pueda venir. Lo ve reduccionistamente. Estas acciones nos obligan a poner en duda sus capacidades cerebrales. El envalentonamiento, sus delirios de grandeza y de persecución, así como su megalomanía son característicos de personas que presentan conjuntamente los tres trastornos de personalidad. Para el caso, los limítrofes tienden a tener ocasionalmente episodios micro-sicóticos (entiéndase de “locura pequeña”) que les llevan a hacer cosas tan descabelladas en las cuales se hace difícil diferenciar si son gestos excéntricos o si se encuentra en un plano psicótico. Tanto la literatura como la experiencia clínica recogen estas experiencias micro-psicóticas. Estos episodios de “locura pequeña” que ocurren en una persona que posee un cargo política y económicamente importante puede tener un impacto negativo a nivel social.

Lo peligroso de todos sus rasgos de personalidad, descrito a lo largo de este documento, es que no vemos posibilidades que abandone el poder mediante una negociación. Esta delicada combinación de trastornos le impulsa a quedarse, a empoderarse y a crear miedo. Él entró sin negociar con las autoridades constitucionales y no se espera que se vaya por ese lado. Lastimosamente concluimos que la única forma de sacarlo del poder es mediante la fuerza. Un peligro adicional sobre esto es que su impulsividad puede llevarle a cometer los actos más deleznables si siente amenazado. La estrategia con él no es pedirle permiso, sino arrebatarle lo que ya arrebató. Es como negociar con cualquier ladronzuelo de calle, después del robo no se le puede pedir por favor que la devuelva la cartera.

De cualquier forma, este análisis médico sobre el estado de su salud mental tiene que ser colocado como un elemento más en el marco referencial construido para el análisis de las posibles salidas al conflicto. No toma en cuenta el pragmatismo político de los sectores que apoyaron el golpe y ahora podrían albergar algunas dudas sobre futuro de la asonada, factores como la presión de la comunidad internacional, y el peso de la movilización de actores sociales antigolpistas o progolpistas, etc. Por lo tanto se recomienda entenderlo en este marco y no como la única interpretación posible para escenarios posibles.

Unidad de Inteligencia Política

PD.

Les adjuntamos un resumen de los siguientes rasgos psicopatológicos característicos de una combinación particularmente peligrosa de Personalidad Paranoide, Disocial (Sicopática) y Limitrofe (según Clasificacion Internacional de Enfermedades Mentales y del Comportamiento de la Organización Mundial de la Salud):

a) Sensibilidad excesiva y querulancia a los contratiempos y desaires. b) Incapacidad para perdonar agravios o perjuicios y predisposición a rencores persistentes. c) Suspicacia y tendencia generalizada a distorsionar las experiencias propias interpretando las manifestaciones neutrales o amistosas de los demás como hostiles o despectivas. d) Sentido combativo y tenaz de los propios derechos al margen de la realidad. e) Predisposición a los celos patológicos. f) Predisposición a sentirse excesivamente importante, puesta de manifestado por una actitud autorreferencial constante. g) Preocupación por “conspiraciones” sin fundamento de acontecimientos del entorno inmediato o del mundo en general.

h) Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía. i) Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales. j) Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas. k) Muy baja tolerancia a la frustración o bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a un comportamiento violento. l) Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular del castigo. m) Marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo.

n) irritabilidad persistente, o) marcada predisposición a actuar de un modo impulsivo sin tener en cuenta las consecuencias, junto a un ánimo inestable y

caprichoso, p) intensos arrebatos de ira conduzcan a actitudes violentas o a manifestaciones explosivas; éstas son fácilmente provocadas al recibir críticas o al ser frustrados en sus actos impulsivos.

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