lunes, 28 de septiembre de 2009

Entidades suizas temen baño de sangre en Honduras

Al tiempo que el presidente brasileño Lula da Silva intenta reactivar el tema de Honduras en la ONU, el régimen golpista aumenta las acciones de violencia y represión contra sus opositores, denuncian ONG helvéticas.

El Ministerio suizo de Exteriores, por su parte, exhorta a resolver el conflicto a través del diálogo y a preservar el orden público, los derechos humanos y la integridad del pueblo hondureño en su conjunto.

Suiza, que condenó la expulsión violenta del presidente Manuel Zelaya, ha suspendido la ejecución de nuevos proyectos de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) en Honduras con el 'gobierno central de facto' y evita cualquier contacto con sus representantes, indica a swissinfo.ch la oficina de prensa del Ministerio de Exteriores.

Por su parte, diversas ONG suizas manifiestan su inquietud por la degradación del estado de cosas en Honduras y demandan una acción enérgica y urgente del concierto de las naciones para reinstaurar el orden y la democracia en el país.

Irrespeto de los derechos humanos

"Si hay una masacre, será responsabilidad de la comunidad internacional", advierte Sabine Masson, quien participó en una misión de observación sobre el estado de los derechos humanos en Honduras el pasado mes de agosto. La respuesta exterior a la crisis, dice, "ha sido incompleta y tardía".

El panorama que la investigadora en el Instituto de Estudios Superiores Internacionales y del Desarrollo (IHEID), en Ginebra, describe a swissinfo.ch es desolador: "Lo que pude ver todos los días fue una situación de violación sistemática de los derechos humanos por parte del gobierno golpista, muchos heridos, personas detenidas, abusos de la fuerza policial y militar, personas asesinadas por el régimen de facto".

La situación en el país centroamericano ha empeorado y se tornó aún más grave desde el retorno el pasado lunes (21.09.) del presidente Manuel Zelaya, refugiado desde entonces en la Embajada de Brasil. El gobierno de facto ordenó entonces el toque de queda, que recién levantó este jueves, y reprimió una manifestación de apoyo al mandatario legítimo, con un saldo de al menos un muerto y decenas de heridos

"La situación es sumamente preocupante. Esta mañana recibí un mail de Tegucigalpa en el que me decían que lo único que puede ayudar ahora es el envío de cascos azules por parte del Consejo de Seguridad de la ONU", comenta Karl Heuberger, de la ONG HEKS (Ayuda Protestante Suiza).

Amenaza de guerra civil

La entidad envió este jueves a Tegucigalpa a un pastor de la Iglesia Protestante para participar en la misión del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), que analizará la situación de los derechos humanos y emitirá una serie de recomendaciones para tratar de poner coto a la espiral de la violencia. "Y es que en Honduras están viviendo una situación que puede transformarse en una guerra civil", plantea el especialista.

"La detención de centenares de manifestantes en un campo de fútbol hace pensar en el golpe de Estado de Pinochet en Chile", agrega Philippe Gerber, de la ONG Médico Internacional Suiza.

Destaca también la crítica situación de los pobladores por la falta de abasto en los supermercados y de material y medicamentos en los hospitales. "La situación es dramática. Tal vez es una estrategia de los golpistas para buscar que la gente abandone la resistencia", comenta.

Amnistía Internacional Suiza denuncia, por su parte, "el fuerte incremento de las brutalidades policiales, los arrestos masivos de manifestantes y las medidas de intimidación contra los defensores de los derechos humanos en Honduras desde el golpe de Estado el pasado mes de junio".

Un golpe de la oligarquía

Cabe recordar que el pasado 28 de junio el presidente electo, Manuel Zelaya fue objeto de un golpe militar y que de inmediato, el Congreso nombró al jefe del Parlamento, Roberto Micheletti, al frente del Ejecutivo.

"Lo que ha quedado muy claro es que se trata de un golpe empresarial-militar", subraya Sabine Masson. "Es un golpe de la oligarquía cuyo objetivo es defender sus intereses", añade.

La también profesora suplente en la Universidad de Lausana y especialista en el tema de Honduras lamenta que ese país, uno de los más pobres de América Latina, se encuentre en una situación aún más frágil como consecuencia de la asonada militar.

"Y es también una vuelta para atrás porque con todas sus limitaciones, el Gobierno de Zelaya había intentado algunas medidas para fortalecer la economía nacional, incluido el incremento de los salarios mínimos y la firma del ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América)". Sin embargo, explica la investigadora, el gobierno golpista ha dedicado los recursos del país a las armas, la represión y el proceso electoral.

En opinión de la profesora Masson, para tratar de encontrar una salida la situación en Honduras, los Estados, la cooperación y las organizaciones internacionales tienen que presionar al gobierno de facto para que deje el poder, Zelaya pueda volver a su puesto, y se realice un proceso electoral democrático y constitucional.

El segundo paso, en su entender, es apoyar el proceso constituyente que pide el pueblo hondureño cuya actual Carta Magna data de la Guerra Fría, cuando Honduras era la plataforma desde la que Estados Unidos operaba en contra de las procesos revolucionarios de los países vecinos.

"El pueblo de Honduras quiere ir más allá, no sólo que se vayan los golpistas y que vuelva Zelaya, sino que tiene su propia agenda que incluye una transformación del Estado, alto a la corrupción, a un gobierno donde la oligarquía controle el espacio político... Quiere una reforma agraria y la redistribución de la riqueza... y esa gente ha luchado con determinación y no ha dejado de manifestarse un solo día, a pesar del peligro y la represión".

Marcela Águila Rubín, swissinfo.ch


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