miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cruzada diplomática

Editorial Diario El Tiempo
Diciembre 9, 2009

El virtual presidente electo, licenciado Porfirio (Pepe) Lobo Sosa, ha iniciado una cruzada diplomática en compañía de cuatro de los ex-candidatos presidenciales derrotados por él en las elecciones del 29 de noviembre, y que, en conjunto, dieron soporte político al golpe de Estado del 28 de junio/09.

Esta peculiar campaña diplomática de alto nivel tiene el declarado propósito de abrir las puertas de la comunidad internacional —y de la latinoamericana, en particular— al nuevo gobierno que, de acuerdo con lo establecido, iniciará sus labores administrativas el próximo 27 de enero, bajo la tesis del borrón y cuenta nueva.

Que nosotros sepamos, esta es la primera vez que un virtual presidente electo hondureño emprende una jornada diplomática de tal naturaleza, acompañado de sus competidores por la silla presidencial, a los que, por lo demás, venció en forma aplastante. Se supone, sobre este particular, que la idea es presentar un cuadro de “unidad y reconciliación nacional” que haga juego con el desilusionado diálogo Tegucigalpa-San José.

No es casualidad, entonces, que la primera escala del periplo sea Costa Rica para hablar con el presidente Oscar Arias, de quien, como ejecutor del Plan Arias, —diseñado en el Departamento de Estado de Estados Unidos para encarar la crisis política hondureña— suponen los cruzados que posee la magia del “Abrete, Sésamo” para desbloquear la condena al golpe, a la restauración constitucional y al reconocimiento de las elecciones de noviembre.

Para quienes somos legos en las lides diplomáticas no alcanzamos a entender los alcances reales de esta cruzada. Una cruzada, por cierto, en dos sentidos: a) Con su objetivo de franquear la entrada a la comunidad internacional, y b) Con el cruzamiento de la diversidad de derechas de nuestro prisma político. No percibimos bien el alcance, repetimos, porque la gira se circunscribe a los países que ya dieron el sí, como clientes bajo tutela de Estados Unidos.

Las características de esa iniciativa diplomática parecen ser demasiado significativas sobre el rumbo del gobierno entrante, vale decir en la misma dirección y composición del régimen de facto, lo cual, si así fuera, no tendría nada parecido al interés de lograr la unidad y la reconciliación nacionales en base a la legitimidad y la aplicación de un Plan de País para la transformación política, económica y social, con un modelo participativo, democrático, equitativo y con la justicia social como estrella polar.

Debido a la manera en que se han desarrollado y continúan desarrollándose los acontecimientos pre y post electorales, el ambiente internacional no muestra proclividad al cambio de su actitud condenatoria de todo lo efectuado en el régimen de facto y la recalcitrante posición de los poderes en el Estado y de la élite política reinante. Prueba de ello es el comunicado del Mercosur de ayer, martes, en que “reiteran su más enérgica condena (al golpe de Estado)”, y, asimismo, manifiestan el desconocimiento del proceso electoral.

Por consiguiente, no hay indicación de que esa cruzada diplomática fue pensada para el fin pronunciado, excepto si se cree, respecto a Estados Unidos, que “estando bien con Dios, no es necesario rezarle a los santos”.

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